El Departamento de Pastoral del Trabajo de la Diócesis de Osma-Soria, junto a CARITAS, la HOAC y la CONFER, organizaciones pertenecientes a la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, se une a la ITD y comparte el Manifiesto que han elaborado con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. En él se denuncia “la desigualdad, explotación y precariedad que afectan especialmente a las mujeres en el ámbito laboral”. También, la economía sumergida que perpetúa la vulnerabilidad de millones de trabajadoras, negándoles derechos fundamentales y condiciones dignas de vida.
Recuerda el manifiesto que “el trabajo es clave para la dignidad humana y la economía sumergida niega este derecho al privar a las mujeres de empleos justos y equitativos”. En España se calcula que la economía sumergida supone en torno al 16% del PIB y es muy difícil saber cuál es la participación exacta de la mujer en ese porcentaje, sin embargo, todos los estudios coinciden en que es mayoritaria en todos los casos. Muchas empleadas del hogar, jornaleras, cuidadoras y limpiadoras trabajan sin contratos ni protección social, enfrentando jornadas extensas, salarios bajos y despidos arbitrarios. La situación es aún más grave para las mujeres migrantes, quienes, debido a barreras administrativas, racismo y xenofobia, se ven obligadas a aceptar empleos informales. Además, muchas enfrentan riesgos de trata y explotación sexual.
Entre las propuestas para un cambio transformador está la regularización laboral, la inspección y cumplimiento de leyes, la regularización de migrantes, la educación y capacitación, el acompañamiento pastoral y social y la conciliación y corresponsabilidad.
El 8 de marzo, recuerda el manifiesto, es una oportunidad para renovar el compromiso con la justicia social. Como seguidores de Jesús, debemos enfrentar estructuras de exclusión y pobreza como la economía sumergida, con valentía y esperanza. Tal como expresó el Papa Francisco al convocar el Jubileo 2025 bajo el lema “Peregrinos de esperanza”, estamos llamados a redescubrir la fuerza transformadora de la fe y la esperanza.