El 6 de junio la Iglesia celebra la Solemnidad del Corpus Christi, del Santísimo Cuerpo y Sangre del Señor. Unida a la Iglesia universal, en todos los rincones de la Diócesis se celebrará esta Solemnidad litúrgica en la que los fieles tributarán culto público al Señor Sacramentado.
Mons. Gerardo Melgar Viciosa, Obispo diocesano, presidirá la Solemne concelebración eucarística en la S. I. Catedral de El Burgo de Osma a las doce y media de la mañana. Acto seguido, junto con las autoridades locales y la banda municipal, y todos los fieles congregados -entre los que destaca la presencia de los niños de Primera Comunión-, se procesionará con el Santísimo Sacramento por las calles alfombradas de la Villa burgense hasta la Plaza Mayor. La procesión concluirá en la Plaza de la Catedral donde el Prelado impartirá con el Santísimo Sacramento la bendición a todos los presentes.
En la ciudad de Soria, el Abad del Cabildo, Carmelo Enciso Herrero, presidirá la Santa Misa a las once de la mañana en la Concatedral de San Pedro. Inmediatamente después tendrá lugar la procesión hasta la Plaza de Mariano Granados junto a los niños que, en este año, han recibido por primera vez la Eucaristía en las diferentes parroquias de la capital soriana.
El Delegado diocesano de Liturgia, Julián Callejo Matute, hace un llamamiento a participar en la solemne celebración de este día que tiene «como celebración peculiar de esta Solemnidad la procesión, nacida de la piedad de la Iglesia: en ella el pueblo cristiano, llevando la Eucaristía, recorre las calles con rito solemne, con cantos y oraciones, y así rinde público testimonio de fe y piedad hacia el Santísimo sacramento» (Ceremonial de los Obispos n. 386)
La Solemnidad
Esta fiesta conmemora la institución de la Santa Eucaristía el Jueves Santo con el fin de tributarle a la Eucaristía un culto público y solemne de adoración, amor y gratitud.
La Solemnidad de Corpus Christi se remonta al siglo XIII. Dos eventos extraordinarios contribuyeron a la institución de la fiesta: Las visiones de Santa Juliana de Mont Cornillon y el milagro Eucarístico de Bolsena/Orvieto que tanto impresionó al Papa Urbano IV (en el año 1264 el padre Pedro de Praga dudaba sobre el misterio de la transustanciación del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la Eucaristía. Acudió así en peregrinación a Roma para pedir sobre la tumba de San Pedro la gracia de una fe fuerte. De regreso de Roma, Dios se le manifestó de manera milagrosa ya que cuando celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró llenando el corporal de la Preciosa Sangre).
Urbano IV, amante de la Eucaristía, publicó la Bula «Transiturus» el 8 de septiembre de 1264, en la cual, después de haber ensalzado el amor de Cristo expresado en la Santa Eucaristía, ordenó que se celebrara la solemnidad de «Corpus Christi» en el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad, al mismo tiempo que otorgaba muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la Santa Misa y al oficio. Este oficio, fue compuesto por el Doctor angélico, Santo Tomás de Aquino, por petición del Papa, y es uno de los más hermosos del breviario Romano.
La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la publicación de la Bula, obstaculizó que se difundiera la Fiesta. Cincuenta años después el Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y en el Concilio general de Viena (1311) ordenó una vez más la asunción por parte de toda la Iglesia de esta Fiesta. Así, publicó un nuevo documento incorporando el de Urbano IV. Juan XXII, sucesor de Clemente V, instó a su observancia.
Es curioso que ninguno de los documentos papales hable de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo, estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por Martín V y Eugenio IV y se hicieron bastante comunes en a partir del siglo XIV.
La Divina Providencia se sirvió de Santa Juliana de Mont Cornillon. La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica, en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.
Juliana, desde joven, tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre añoraba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se intensificó por una visión que ella tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta Solemnidad. Ella comunicó esta visión a Roberto de Thorete, el entonces Obispo de Liège, también al docto Dominico Hugh, más tarde Cardenal legado de los Países Bajos; a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Liège, después obispo de Verdun, Patriarca de Jerusalén y finalmente al Papa Urbano IV.
El Obispo Roberto se impresionó favorablemente y -como en ese tiempo los Obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis- convocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante.
El Obispo Roberto no vivió para ver la realización de su orden (ya que murió el 16 de octubre de 1246) pero la fiesta se celebró. Anos después, Jacques Pantaleón llegó a ser Papa (1261) y la ermitaña Eva, con quien Juliana había pasado un tiempo y quien también era ferviente adoradora de la Santa Eucaristía, le insistió a Enrique de Guelders, Obispo de Liège, que pidiera al Papa que extendiera la celebración al mundo entero.
Información y materiales para vivir la Solemnidad litúrgica: http://www.aciprensa.com/Eucaristia/index.html