Vigilia diocesana de la Inmaculada

El domingo 7 de diciembre, víspera de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, se celebró en la Iglesia de San Juan de Rabanera de Soria, la vigilia diocesana de la Inmaculada. La Eucaristía fue presidida por el Administrador Diocesano, Gabriel-Ángel Rodríguez Millán, concelebrada por varios sacerdotes y en la que participó la delegación de laicos, para concluir la jornada de convivencia que habían tenido a lo largo de todo el día por el arciprestazgo de Tierras Altas. El Administrador diocesano centró su homilía en la figura de María como signo luminoso de la victoria de la gracia sobre el pecado y modelo de confianza total en Dios. A partir del relato del Génesis, recordó que, a pesar de la herida del pecado, Dios no abandona nunca a la humanidad y mantiene viva su promesa de salvación, que se cumple plenamente en María, la “llena de gracia”.


Subrayó que la grandeza de la Virgen no está sólo en el don recibido, sino en su respuesta libre y confiada al plan de Dios, expresada en su “hágase”, ejemplo de disponibilidad humilde incluso cuando no se comprenden todos los caminos del Señor. Desde la enseñanza de san Pablo, destacó que la vocación a la santidad no es exclusiva de María, sino llamada dirigida a todo cristiano. Invitó a renovar la confianza en la gracia de Dios, más fuerte que el pecado y la debilidad humana, y a vivir una fe cotidiana hecha de pequeños “síes” concretos: oración fiel, paciencia, perdón, honradez y entrega generosa.

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