La Pascua de Resurrección es la fiesta en torno a la cual gira todo el año litúrgico. Esta liturgia madre se concentra en los días del Triduo pascual que nos prepara para llegar a la noche de Pascua desde el Domingo de Ramos con la entrada de Jesús en Jerusalén, pasando por la Misa Crismal, la Misa in coena Domini del Jueves Santo y el Oficio de la Pasión del Señor del Viernes Santo. Todo un itinerario que nos conduce hasta la luz resucitada de la victoria de Cristo.
De cara a las celebraciones de la Semana Santa y del Triduo pascual que, por segundo año consecutivo, se desarrollarán en circunstancias difíciles por la pandemia, la Comisión para la liturgia de la CEE envió recientemente a los obispos algunas indicaciones acogiendo la Nota que el pasado 17 de febrero publicó la Congregación para el culto divino con orientaciones concretas para poder celebrar estos días santos con todas las garantías sanitarias.
En base a esos documentos, se ofrecen para nuestra Diócesis algunas orientaciones que hemos de observar para evitar el exceso de una actuación que sería inadecuada como si nada estuviera pasando, o el defecto de una inanidad que nos dejaría sin celebrar debidamente el corazón de la liturgia cristiana. Como indica la CEE, “siempre que sea posible, desde un discernimiento responsable que ha de hacer cada fiel, se recomienda la participación presencial en la celebración, formando parte activa de la asamblea”, no así la participación en las procesiones que, por decisión del gobierno regional, quedan suspendidas.