El pasado 27 de noviembre, I Domingo de Adviento, el Obispo de Osma-Soria firmaba su nueva Carta pastoral: «La nueva evangelización y la familia». Con ésta, son tres las Cartas pastorales escritas por Mons. Melgar Viciosa como prelado de la Sede oxomense-soriana: la primera de ellas vio la luz en junio de 2009 con motivo del Año sacerdotal bajo el título «Sacerdotes de Jesucristo en el aquí y el ahora de nuestra historia»; y la segunda, «Juan de Palafox y Mendoza: un modelo de fe para el creyente del S. XXI», fue escrita en mayo de 2010 como preparación para la histórica Ceremonia de Beatificación del santo prelado oxomense.
El propio Obispo diocesano -que es miembro de la Subcomisión para la familia y la vida en la Conferencia Episcopal Española- presenta el texto dedicado a la institución familiar («vital a la hora de vivir y transmitir la fe») a las once y media de la mañana del sábado 10 de diciembre, dentro del Encuentro diocesano de familias que tendrá lugar en el Colegio de las MM. Escolapias, en la capital soriana.
El Documento que ahora ve la luz se enmarca dentro de las Líneas de acción pastoral para el presente Curso 2011/2012 que recogen la urgencia y necesidad de una «opción radical por una pastoral misionera» que llegue, especialmente, «a los grandes ausentes de nuestras iglesias, de nuestras celebraciones y de casi todo lo que desde la parroquia ofrecemos» que son entre otros, según recogen las Líneas pastorales diocesanas, «las familias, los matrimonios jóvenes de entre 30 y 60 años».
Así mismo, la nueva Carta se entronca dentro del gran proyecto diocesano preparado para «dar un impulso a la nueva evangelización reclamada por el Papa en numerosas ocasiones, especialmente desde la creación del Dicasterio para la Nueva Evangelización en 2010″. Según escribió recientemente Mons. Melgar Viciosa «vamos a intentar conectar y asumir el espíritu que Benedicto XVI pide a toda la Iglesia en su Carta Apostólica «Porta fidei», del pasado 17 de octubre, en la que el Papa llama a toda la Iglesia a «redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo» (n. 2)«. Para ello, según el Obispo diocesano, «pretendemos poner a toda nuestra Diócesis de Osma-Soria en actitud misionera ante la realidad de que nuestras gentes -cada día- se van descristianizando más rápido y son muchos más los alejados de la fe, de la comunidad eclesial y los indiferentes que los que viven su fe y tratan de hacerla realidad en sus vidas».
Estructura
La Carta pastoral, de más de cien páginas (116 pág.) y que se desarrolla a lo largo de dieciocho capítulos, se estructura en dos grandes bloques: una primera parte dedicada a la reflexión en torno a la nueva evangelización («que no es sino una nueva etapa de la evangelización ya iniciada, adaptada a las circunstancias actuales, que trata de responder a los interrogantes más importantes del «hombre nuevo» que es el hombre actual») que abarcaría los capítulos II-VII; y una segunda parte, más extensa (capítulos VIII-XVII), escrita en torno a la familia y a la necesidad que esta Institución tiene de ser «evangelizada para que ella misma, a su vez, pueda ser evangelizadora, anunciadora del gran y precioso tesoro de la fe».
Una breve referencia a la Virgen María, «Madre de la Sagrada Familia de Nazaret y Estrella de la nueva evangelización», pone el broche de oro a este Documento del magisterio del prelado oxomense-soriano, Mons. Melgar Viciosa.
La Carta pastoral en 20 ideas
1. La Diócesis debe plantearse «una nueva forma de evangelizar, un nuevo modo de hacer llegar el mensaje del Evangelio a los hombres de hoy y -dadas las dificultades que el hombre actual tiene para creer- hacerlo con mucho ardor y con mucha más autenticidad».
2. «A diferencia de la legítima secularización, el secularismo se presenta como desafío por cuanto intenta reducir todo a la inmanencia. De hecho, cuando concibe toda la vida humana, personal y social, al margen de Dios desconoce la importancia que la fe y la religión tienen para la existencia cotidiana de los hombres y para su realización eterna. Y, a la vez, ignora aspectos fundamentales de nuestra tradición y patrimonio culturales, íntimamente ligados con el sustrato de nuestra identidad española».
3. La nueva evangelización debe llevarnos a «suscitar la fe en unos; a «reverdecerla» en quienes ha quedado demasiado languidecida y que tan sólo albergan un pequeñísimo rescoldo que habrá que ayudar a que vuelva a ser llama viva; y, finalmente, a alimentarla en quienes la poseen como don para que cada día sea más fuerte».
4. «Una de las grandes tareas que ha de enfrentar la evangelización es la de conjugar la obligación de anunciar la Verdad con el respeto a la libertad«.
5. «El servicio a la verdad del Evangelio exige hoy una actitud de humilde valentía para testimoniarla y predicarla, y un estilo nuevo -despojado de toda arrogancia, prepotencia e ironía- en el modo de buscar y comunicar la Verdad; (…) nos referimos a un estilo cimentado en la santidad de vida«.
6. «La situación de crisis tan compleja por la que atraviesa la sociedad hoy es fundamentalmente una crisis moral porque la deshonestidad, la mentira, la injusticia, la ambición pública y privada, y otras múltiples formas de corrupción acumuladas en tantas décadas, afectan hoy la dignidad del hombre, su calidad de vida, sus razones de vivir y de esperar… [Estas actitudes] han creado un clima tal de permisivismo que de hecho se han convertido en norma de conducta para muchos».
7. «Cada uno de los bautizados ha de ser protagonista activo de esta nueva gesta evangelizadora en los sectores y ambientes que le son propios: en la vida familiar; las instituciones civiles; el solidario y fraterno compromiso con los pobres y los jóvenes; o el mundo de los que sufren; asistiendo a los enfermos, los ancianos y los encarcelados para que el anuncio de Jesucristo y la promoción de la dignidad humana sean ofrecidos a toda la sociedad».
8. «Es la hora de que los fieles laicos «se pongan de pie» en nuestra Iglesia».
9. «La parroquia necesita de una profunda conversión y renovación para evangelizar e integrar efectivamente a todos. Además, ante un panorama tan cambiado como el que ofrecen la sociedad y el mundo actuales, la parroquia no puede ofrecer lo mismo de siempre».
10. «La familia es esa realidad donde la persona crece y madura armónicamente; es en la familia donde el ser humano es recibido; donde es valorado por lo que es; donde va creciendo armónicamente en todos los aspectos de la vida; donde encuentra el ambiente apropiado para poder desarrollarse para llegar a ser una persona equilibrada (…) donde desarrolla su ser esencialmente religioso y aprende a dar los primeros pasos como creyente: en ella aprende a saber Quién es Dios; sus primeras oraciones; descubre que Dios es el Padre Bueno que le quiere; comienza a valorar lo religioso como algo importante para su vida».
11. «Por desgracia, hoy nuestras familias se han ido descristianizando y paganizando, y Dios es el gran ausente de la mismas porque es el gran ignorado».
12. «Vivimos en una sociedad que ha sufrido una serie de cambios profundos, radicales y rápidos en todos los niveles: político, cultural, social, religioso, etc. La familia, como base de la sociedad, es una de las realidades más sensible a esos cambios culturales y a esta nueva forma de concebir la realidad de las cosas; ella ha sufrido de forma silenciosa y continuada cambios en sus estructuras, durante siglos, inamovibles».
13. La nueva situación social ha conllevado consecuencias negativas para la institución familiar: «el falso concepto de libertad; la excesiva independencia económica de los cónyuges; las ambigüedades acerca de la relación de autoridad entre padres e hijos; la ambigüedad a la hora de hablar de la identidad misma de la familia, aplicando el término «familia» al referirse tanto a la que tiene su origen en el matrimonio de un hombre y una mujer como a otros modelos que nada tienen que ver con éste; las dificultades que la familia tiene hoy para la transmisión de los valores humanos y cristianos; la plaga del divorcio y la lacra inasumible y abominable del aborto; la instauración de una mentalidad anticonceptiva; etc.».
14. «Estamos asistiendo a la formación de familias, por así decir, «secularizadas desde el nacimiento de las mismas», en las que se ha perdido o ha disminuido fuertemente el sentido cristiano de la vida y en las que hacen mella el secularismo, el hedonismo y el consumismo predominantes en la cultura actual. Padres secularizados que ya no vivieron en sus hogares los valores cristianos ni los valores humanos propios de la familia, que han contraído matrimonio y que no transmiten estos valores a los hijos porque no tienen experiencia de ellos».
15. «La implantación de una pastoral familiar completa y seria es necesaria para anunciar a todos el Evangelio sobre el matrimonio y la familia, con audacia y valentía, dando razón de nuestra esperanza desde la libertad de los hijos de Dios. Pero, además, será un instrumento fundamental para superar el desafío de la cultura dominante que ignora el valor trascendente de la persona y exalta una libertad falsa y sin límites -que se vuelve siempre contra el hombre- ante el cual la Iglesia ha de proponer siempre la verdad sobre el matrimonio y la familia».
16. Debemos «desenmascarar la dramática situación actual de la familia, que hunde sus raíces en la llamada «revolución sexual» que comenzó en los años sesenta, y que proclama y vive la separación entre sexualidad y matrimonio; entre sexualidad y amor; entre sexualidad y procreación. Dichas separaciones han dado como frutos amargos, muchas veces, la violencia doméstica, los abusos sexuales, el sufrimiento de los hijos por la ruptura del matrimonio de sus padres (dejando profundas heridas en ellos), etc.».
17. Para el noviazgo y los primeros años de vida matrimonial, la Diócesis debe «ofrecer medios concretos (grupos de novios, diálogo y acompañamiento a cada pareja durante el noviazgo, etc.) para ayudarles a vivir auténticamente este período, logrando una verdadera preparación para el Matrimonio cristiano (…) Debemos impulsar y promover el acompañamiento pastoral a los matrimonios y a las familias en sus primeros años de andadura».
18. «La familia auténticamente cristiana y verdaderamente evangelizada es aquella que vive todo cuanto acontece en su seno desde la fe, teniendo a Jesucristo como el Camino que le marca desde dónde ha de vivir y desde dónde ha de ayudar a los demás miembros a encontrarse con Él; como la Verdad que da sentido a la vida de la familia y de cada uno de sus miembros; y como la Vida auténtica por la que hay que luchar y que hay que tratar de encarnar en la vida de cada familia».
19. La Iglesia debe prestar «un acompañamiento y apoyo que ayuden a la familia a recuperar la gran misión que le corresponde: ser la vía ordinaria y la mejor manera para trasmitir de unas generaciones a otras los valores humanos, sociales y cristianos».
20. La pastoral familiar habrá de ser, pues, «urgente, prioritaria, misionera, progresiva y vertebradora«.