La vida entregada a los más pobres

Desde la página web de la Diócesis queremos conocer el testimonio de dos presbíteros sorianos entregados a la misión ad gentes en Camerún y Brasil, Emilio J. Almajano y F. Javier Martínez.

Ngambe Tikar

He pasado casi diez años de misionero en el caluroso y seco norte de Camerún. Desde junio de 2015 mi nueva misión se encuentra en plena selva tropical, al norte de la llamada Región del Centro de Camerún; se trata de una parroquia confiada a los Misioneros Espiritanos, con los que estoy asociado desde el comienzo de mi trabajo misionero en ese país.

Ngambe Tikar: así se llama la parroquia; tiene una extensión de aproximadamente la mitad de la provincia de Soria y está muy poco poblada (unos 17.000 habitantes). El porcentaje de católicos está en torno al 10%; son más numerosos los protestantes que llegaron antes con el anuncio del Evangelio. También hay musulmanes en un porcentaje parecido al de los católicos. El mayor porcentaje de la gente se encuentra en la religión tradicional, llamada más sencillamente tradición. Aquí, como en otros sitios, he encontrado laicos colaboradores que se dan con generosidad al servicio del Evangelio y que son un gran apoyo. Trabajo con un misionero espiritano camerunés, también sacerdote.

Los retos a los que nos enfrentamos son la necesidad de formación de catequistas y fieles: se busca el bautismo de niños como un talismán que proteja frente a amenazas que ellos sienten pero después la cosa se queda ahí para muchos y sus padres no los envían a la catequesis para la comunión. En esta misma línea tenemos el desafío de cómo encajar tradición y cristianismo, la manera de ver las cosas y de buscar soluciones para muchas personas está más en aquella que en éste. También está la dificultad para aceptar el matrimonio cristiano pues en la tradición no existe el matrimonio para siempre y sí existe la poligamia.

Donde está el centro de la parroquia tenemos una escuela con 550 alumnos que depende enteramente de nosotros. Tenemos el reto de mejorar el nivel de la educación que es muy bajo en toda la región, incluida nuestra escuela. Este año hemos mejorado pero hay mucho camino por delante todavía. Para ello una de las cosas que hay que hacer es añadir salas de clases pues tenemos alguna clase con más de cien alumnos. Quiero agradecer el apoyo a nuestra Diócesis de Osma-Soria para esta misión tan ilusionante y que tanto puede aportar a la gente de Camerún, cristianos o no. No pienso sólo en la «Diócesis oficial» sino también cada una de las personas que me apoyan con su cariño, su oración, su amistad y que permiten que pueda llevar a cabo esta misión.

Emilio José Almajano

Sacerdote diocesano y misionero en Camerún

Entre el sur de Pará y Belén

Llevo tres años en Brasil; primeramente fui destinado en el sur del estado de Pará (más extenso que España) que es donde estamos enviados los misioneros javerianos. Esta zona es amazónica; menos de cincuenta años atrás toda esta zona era selva con tribus indígenas. Es muy conflictiva con graves problemas de tierra y de deforestación. Aquí estuve, como digo, tres años hasta que este año he sido destinado a Belén, capital del estado de Pará.

Nuestra labor es pastoral pero aquí todo está muy unido; especialmente estamos trabajando mucho en la Comisión pastoral de la tierra. Tratamos de acompañar a la gente en una región pobre con grandes conflictos sociales; acompañar a las comunidades desde nuestra sede, por así decir, en Sao Felix do Xingu, un pueblo que ha ido creciendo mucho pero es muy rural y con muchas necesidades. Desde ahí pasamos el río Xingu y atendemos un área inmensa con 65 áreas de comunidades campesinas; a la comunidad más lejana sólo podemos ir en verano, cuando no hay lluvias, porque está a 300 km. de nuestra sede.

En toda esta zona, como digo, hay un enorme problema social (agravado por los pistoleros) porque el estado brasileño no llega, no puede hacerse presente en estas zonas tan remotas. Muchos pequeños campesinos son fagocitados por explotaciones ganaderas y es que en esta zona que atendemos hay más bueyes que personas: por cada habitante hay tres cabezas de ganado. Esto es un enorme problema con terribles repercusiones en la deforestación de la selva pues se talan árboles masivamente para ocupar esos terrenos en pasto para el ganado.

Javier Martínez

Misionero javeriano

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