- Mons. Melgar Viciosa: «el Año Jubilar es un tiempo de gracia que tiene como fin la renovación interior de los fieles desde un mejor conocimiento de la santa».
- Con la participación de cientos de sorianos, y junto a decenas de sacerdotes y religiosos carmelitas, el Obispo de Osma-Soria presidió la Santa Misa de apertura del Año Jubilar Teresiano en la iglesia del Carmen (Soria)
En la tarde del miércoles 15 de octubre, festividad de Santa Teresa de Jesús, en la iglesia del Carmen (Soria), Mons. Gerardo Melgar Viciosa, Obispo de Osma-Soria, presidió la Santa Misa de apertura del Año Jubilar Teresiano en tierras sorianas; la celebración tuvo lugar a las 19.30 h. Junto al prelado concelebraron cuarenta presbíteros, algunos de ellos de la Orden carmelita; cientos de fieles abarrotaron la iglesia del Carmen.
En marzo de 2015 se cumplirá el V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia. Para conmemorar esta efeméride, la CEE solicitó la concesión de la gracia de un Año Jubilar Teresiano para todas las Diócesis de España que se desarrollará durante el periodo comprendido entre el 15 de octubre de 2014 y 15 de octubre de 2015.
En un Decreto firmado por el prelado oxomense-soriano para la Diócesis de Osma-Soria en agosto de 2014 se establece que podrán ganar la indulgencia plenaria los fieles cristianos que estén verdaderamente arrepentidos de sus pecados, cumplan debidamente las condiciones acostumbradas (confesión sacramental, participación en la Eucaristía y comunión, y oración por las intenciones del Papa), y participen en los actos que a continuación se indican:
1. Los fieles que participen en la Santa Misa presidida por el Obispo en la iglesia del Carmen (Soria) el día 15 de octubre.
2. Los fieles que, durante el Año Jubilar, visiten y asistan a la Eucaristía o algún acto jubilar o piadoso, o, al menos, dediquen un tiempo razonable a meditaciones piadosas, concluyendo con el Padrenuestro, el Credo e invocaciones a la Virgen María y a Santa Teresa de Jesús en alguno de los siguientes templos: S. I. Catedral, Iglesia del Carmen de Soria, Iglesia del Carmen de El Burgo de Osma, Iglesia de las MM. Carmelitas de El Burgo de Osma. En estos templos podrá lucrarse durante el Año Jubilar la indulgencia una vez al día.
3. Las personas mayores, los enfermos y los que por causa grave no pueden salir de sus hogares, también podrán lucrar la indulgencia plenaria si se unen espiritualmente a las celebraciones jubilares, hacen un acto de rechazo del pecado y tienen la intención de cumplir, lo antes posible, las tres condiciones establecidas, además de ofrecer sus oraciones y padecimientos a Dios misericordioso.
4. Los fieles podrán aplicar la indulgencia a sí mismos o en sufragio por las almas de los fieles del purgatorio.
Extracto de la homilía del Obispo de Osma-Soria en la apertura del Año Jubilar
«El Año Jubilar es un tiempo de gracia que tiene como fin la renovación interior de los fieles desde un mejor conocimiento de la santa» proclamó el Obispo de Osma-Soria en la homilía de la apertura del Año Jubilar decretado por el Papa Francisco con motivo de los 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. En sus palabras, Mons. Melgar Viciosa quiso «resaltar algunas dimensiones de su figura y de su carisma que pueden ayudarnos a nosotros a progresar en nuestra vida cristiana y a ir dando pasos positivos en el camino de la santidad a la que todos estamos llamados».
El Obispo de Osma-Soria se refirió, en concreto, a tres aspectos a destacar en Santa Teresa: «la valoración que ella tuvo de la dimensión religiosa y espiritual del ser humano; su sentido eclesial y su amor a la Iglesia; y, finalmente, el afán evangelizador y misionero».
Para el Obispo diocesano, Santa Teresa es «maestra y guía para valorar en su justa medida la dimensión religiosa y espiritual del ser humano». Mons. Melgar Viciosa denunció que «hoy existen muchos que, perdidos entre la ciencia y la técnica, absorbidos por una cultura materialista y racionalista, en un ambiente laicista y sin Dios, caminan desorientados, sin admitir en su vida ninguno valor absoluto que los sostengan». «La dimensión religiosa y espiritual no puede ser olvidada nunca por el ser humano porque la lleva impresa en su corazón. Por eso, la celebración de este Año Jubilar Teresiano nos tiene que ayudar a recuperar la valoración de la dimensión religiosa y espiritual en nosotros; el sentido y la valoración de Dios que cada uno tenemos en nuestra vida; nos debe ayudar a descubrir el puesto que estamos dejando que Dios ocupe en nuestra vida y a darle el puesto principal que le corresponde», afirmó.
Mons. Melgar Viciosa recordó, también, el amor a la Iglesia de la santa abulense, «una situación eclesial que no era muy distinta de la que nosotros estamos viviendo en el momento actual». En aquel ambiente nacido tras el Concilio de Trento, «ella no se resignó a ser una espectadora muda; sintió dentro de ella todo lo que estaba sucediendo en la Iglesia y sirvió a la Iglesia, no en abstracto sino a aquella Iglesia en aquel momento concreto». El Obispo destacó «la necesidad de emprender un camino de purificación y de reforma» que descubrió Santa Teresa en su momento, proceso «que comenzó por ella misma y que continuó transmitiendo a todos los conventos». Recordó el último pensamiento de la santa en la hora de su muerte («gracias, Señor, porque muero como hija de la Iglesia») así como sus tres grandes sentimientos hacia la Iglesia: «amor de hija de la Iglesia, dolor ante sus males y derrotas, y deseos de morir «mil muertes» por la Iglesia. Tres sentimientos que componen su pasión eclesial, una suerte de «martirio místico»». «Cada uno de nosotros tenemos que amar a la Iglesia pero no con un amor idílico y sin compromiso sino queriéndonos comprometer en hacer realidad la misión que la Iglesia ha recibido del Señor», concluyó.
Finalmente, recordó cómo Santa Teresa «sintió en su corazón el afán evangelizador y misionero; por eso llegó a exclamar: «por un punto de aumento en la fe y por haber dado luz en algo a los herejes, perdería mil reinos y con razón»». Tras recordar cómo la santa, con tan sólo 7 años, escapó de casa con su hermano Rodrigo «para ir a predicar a los infieles y morir decapitados por ellos», el Obispo de Osma-Soria exhortó a, desde el testimonio de Santa Teresa, «sentir dentro de nosotros, y oír con claridad y urgencia grandes en el momento actual, cómo el Señor nos vuelve a decir a cada uno: id por el mundo entero; sed mis testigos en todas las parte y hasta los confines del mundo».