Reconocer para renovar: Iglesia en Castilla expone la realidad social y eclesial de las diócesis para promover un cambio “acogiendo la novedad de nuestro tiempo”
Los días 19 y 20 de febrero, la diócesis de Ávila ha acogido el Encuentro de Obispos, Vicarios y Arciprestes de Iglesia en Castilla, que ha congregado a un centenar de personas provenientes de las 9 diócesis que conforman este grupo con el objetivo de ahondar en ese camino común de retos y esperanzas que comparten todas ellas.
En esta ocasión, los trabajos se han centrado en poner en marcha un itinerario de tres años para replantear la renovación del estilo pastoral y las estructuras evangelizadoras de las diócesis de Castilla, a la luz de la reflexión sobre el contexto sociodemográfico y eclesial que vivimos en nuestra tierra. Así lo expresaba en la apertura, el lunes por la mañana, Gabriel Ángel Rodríguez, Vicario general de Osma-Soria y coordinador de Iglesia en Castilla.
Tras la Lectio Divina preparada por Mons. César Franco (Obispo de Segovia), y con la mirada puesta en el primer paso del itinerario, “Reconocer”, la tarde del lunes se centraba en la mesa redonda sobre “El contexto social de Castilla (cultura, dinamismos sociales e identidad) y su influjo en la tarea pastoral de la Iglesia”. En ella, Dña. Ester Martín (Directora de la Oficina de Transparencia de la Conferencia Episcopal Española) aportaba el retrato en cifras de una Castilla envejecida tanto en población como entre los propios sacerdotes. Una tierra que cuenta con 15 obispos, 1505 sacerdotes, más de 5000 catequistas y 3600 religiosos (con casi 1600 monjas de clausura), pero con tan sólo 39 seminaristas (según datos de finales de 2022). Los sacerdotes, con una media de edad de 69 años, se concentran principalmente en la franja de edad de 75 a 90 años, y han de hacer frente a 3761 parroquias de las cuales 3157 son rurales. El 84% de dichas parroquias está en localidades de menos de 2000 habitantes. Y esto hace que se multiplique la dedicación de los sacerdotes, que destinan más de 2 millones y medio de horas a la administración de Sacramentos, visitas a enfermos, acompañamiento espiritual, despacho parroquial …
Por su parte, Raúl Flores, de Cáritas, puso sobre la mesa el contexto social en Castilla, según el informe Foessa, destacando la situación de migración y éxodo rural, la despoblación y el envejecimiento. Una realidad que conlleva dificultades sanitarias, aislamiento social y soledad, económicamente menos fuerza laboral y por tanto menos dinamismo económico. Una tierra que tiene, por tanto, menos servicios y más desigualdades territoriales. Pero también problemas de exclusión social y un agrandamiento de la brecha de los vulnerables, ante lo cual se presentó cuál es la respuesta de la Iglesia en este sentido a través de Cáritas.
Por último, José Luis Lastra, Vicario de Pastoral de Burgos, concretizó cómo afecta toda esta realidad presentada anteriormente al trabajo de las diócesis y a los propios sacerdotes. Destacó el hecho del avance en discernimiento comunitario y en ser “Iglesia en salida”, pero también la “impotencia y el desánimo ante la pobreza humana y eclesial”. Constató asimismo una notable mejora en comunicación, pero a su vez una falta de cercanía y de pastoral de Primer Anuncio. Y una autocrítica clara: “los curas estamos muy ocupados, pero escuchamos menos”, lo que se traduce en el hecho de que “algunos no acaban de encontrar su puesto en una Iglesia más participativa y sinodal”, y que “los más jóvenes no saben qué hacer en los pueblos”. Por ello, existe la conciencia de que “algo hay que cambiar”.
La jornada del lunes concluía con el rezo de Vísperas y la Eucaristía presidida por Mons. Rico García, obispo de Ávila, en la capilla del Seminario, y la posterior visita nocturna a la S.A.I. Catedral del Salvador.
“El cristiano no nace: se hace”
La última jornada de trabajo comenzaba con la intervención de cada uno de los obispos presentes, poniendo en común el trabajo recorrido por sus diócesis en el último curso pastoral.
Y de ahí, a escuchar la ponencia del Arzobispo de Valladolid, en la que ha reflexionado sobre las riquezas, las carencias y las oportunidades de las estructuras evangelizadoras y los agentes de pastoral, a la luz de la lectura sociológica aportada en el día anterior. Haciendo un símil con la costumbre de los primeros creyentes de encender una vela al terminar el día y dar así la bienvenida a una nueva jornada, Mons. Luis Argüello apuntaba que la realidad actual, la crisis social, “supone una nueva oportunidad misionera”.
“El reconocer el momento eclesial en el que vivimos supone que estamos en Vísperas. Hemos encendido una luz al llegar la oscuridad, y podemos hacer dos lecturas: o bien verlo como el atardecer de un día que termina y no sabemos qué nos deparará el mañana; o bien, tomarlo como la novedad de un nuevo tiempo, aunque haya que hacer la travesía de la noche”.
En ese “reconocer” que propone Iglesia en Castilla para este primer año de trabajo, Mons. Argüello confirmaba cómo “la Iglesia está llamada a hacer siempre lo mismo: anunciar la Palabra, celebrar la Liturgia, testimoniar la caridad. Pero estamos llamados a hacer todo esto acogiendo la novedad del signo del tiempo. No podemos pretender que las cosas cambien si hacemos siempre lo mismo. No digáis eso de ‘siempre se ha hecho así’. Para tener resultados diferentes hay que hacer cosas diferentes. Para renovar la mentalidad se necesitan discípulos misioneros renovados en espíritu y en misión”. Es, en definitiva, lo que ha llamado “fidelidad al mandato, pero con permanente novedad: fidelidad en el hoy del tiempo”.
El Arzobispo vallisoletano insistía en el hecho de que “un cristiano no nace: se hace”, algo que invitaba a repetir con frecuencia, “porque salimos de una larguísima época en la que éramos cristianos porque nacíamos en una familia cristiana”. Y en ese “hacer cristianos”, ha profundizado en varias propuestas de actuación en el ámbito de nuestras comunidades parroquiales, la renovación de la parroquia como comunidad misionera, cómo mejorar la celebración del domingo en pueblos con pocos habitantes, o la integración de la parroquia en un territorio concreto, entre otras cuestiones.
Unas propuestas, estas últimas, que han sido el objeto del posterior trabajo en grupos para ver su aplicación en las diócesis, la urgencia de cada una de ellas, y la concreción de las ideas.
El encuentro ha concluido con la presentación de las conclusiones para el documento final, y la Eucaristía en la capilla del Seminario, presidida por Mons. Mario Iceta, Arzobispo de Burgos.
[Las fotografías del encuentro han sido realizadas por Gonzalo G. de Vega/Diócesis de Ávila]