El Seminario celebra el primer aniversario de la Beatificación de Palafox

El Seminario diocesano «Santo Domingo de Guzmán», de la Diócesis de Osma-Soria, celebró en la jornada de ayer, 5 de junio, el primer aniversario de la Beatificación del Obispo Juan de Palafox y Mendoza.

Los seminaristas tuvieron muy presente la memoria de este insigne prelado oxomense, «luminosa figura de Obispo del siglo diecisiete en México y España, hombre de vasta cultura y profunda espiritualidad, gran reformador, pastor incansable y defensor de los indios», como lo definió Benedicto XVI el día de su Beatificación desde la ciudad de Zagreb. Así, celebraron la Santa Misa en honor del beato, recordaron la memorable fecha del 5 de junio del año pasado viendo el video de la Ceremonia y un audiovisual con la biografía de Palafox, al que siguió un diálogo entre los jóvenes seminaristas con sus formadores sobre la vida y ministerio del beato.

Hay que recordar que el 5 de junio de 2011 fue una fecha histórica para la Diócesis de Osma-Soria. Aquel día culminaba un proceso, abierto a mediados del S. XVII y que se había extendido en el tiempo por más de tres siglos y con numerosos problemas, que llenó de alegría a toda la Diócesis oxomense-soriana, así como a las Iglesias particulares de Navarra (de donde procedía el beato) y Puebla de los Ángeles, en México, Sede donde Palafox fue Obispo durante muchos años. Eran las 10.27 de la mañana del 5 de junio de 2011. El Cardenal Angelo Amato, Legado del Papa Benedicto XVI para la Ceremonia de Beatificación, leía la Carta Apostólica mediante la cual el Sucesor de San Pedro permitía que «Juan de Palafox y Mendoza, Obispo, heraldo infatigable del Evangelio; pastor servicial del rebaño encomendado; valiente defensor de la Iglesia; sea llamado de ahora en adelante con el nombre de Beato y que su fiesta puede celebrarse anualmente el día seis de octubre». En aquel momento, la S. I. Catedral de El Burgo de Osma rompía en un atronador y emotivo aplauso mientras la gigantografía con la imagen oficial del nuevo beato aparecía ante los ojos de los tres mil fieles que, dentro y fuera del templo, tomaron parte en la Ceremonia.

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