La Diócesis de Osma-Soria, en comunión con el Sucesor de Pedro y unida a toda la Iglesia universal, quiso inaugurar oficialmente el Año de la fe, un «tiempo de gracia», en palabras del Santo Padre, entroncándolo en la Misión diocesana que arrancó ya en el último Curso pastoral. Por eso, Mons. Gerardo Melgar Viciosa presidió la Santa Misa el jueves 11 de octubre, en la Parroquia de El Salvador (Soria), a las siete de la tarde.
En la celebración (que fue amenizada por el coro joven de la parroquia de Santa Bárbara) participaron cientos de fieles sorianos, especialmente agentes de pastoral como profesores de Religión, catequistas, animadores de las celebraciones litúrgicas, etc. que, en el marco de esta solemne Eucaristía, fueron enviados por el Obispo diocesano a desarrollar su labor en las distintas tareas que la Iglesia diocesana despliega por toda la provincia. Estos agentes de pastoral pudieron experimentar, «una vez más, el envío especial que el Señor nos hace en este Año de la fe y, particularmente, a la Misión diocesana», en palabras de Mons. Melgar Viciosa.
Entre los gestos de la celebración destacó la profesión de fe y la renovación de las promesas bautismales de todos los presentes, momento emotivo que hizo que la magna asamblea congregada proclamara unánime su adhesión a la fe de la Iglesia. Igualmente significativa resultó la procesión de las ofrendas en la que dos seminaristas llevaron el pan y el vino hasta el altar; una profesora de Religión, un gran cirio; y dos catequistas, algunos materiales para la catequesis (textos catequéticos, el Catecismos de la Iglesia Católica y la Carta ‘Porta fide’). Al final de la Santa Misa, el Obispo, los Vicarios y algunos otros sacerdotes repartieron a los presentes una gran estampa con el Rostro de Cristo por un lado (tomado de una imagen de la Catedral de Cefalú, en Sicilia) y con la profesión de fe niceno-constantinopolitana por el otro.
El Año de la fe, el gran evento que la Iglesia universal vivirá en los próximos meses (hasta noviembre de 2013), ha sido convocado por el Papa Benedicto XVI coincidiendo con la celebración del 50º aniversario del inicio del Concilio Vaticano II y con el 20º aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica.