Fiesta de San Pedro de Osma con homenaje a Monseñor López Llorente

La Diócesis de Osma-Soria ha festejado hoy a su patrón y restaurador San Pedro de Osma, motivos pastorales han obligado a adelantar un día la celebración. La Eucaristía en la catedral de El Burgo de Osma ha servido también para homenajear al burgense obispo de Segorbe-Castellón, Monseñor Casimiro López Llorente, en el cincuenta aniversario de su presbiterado.

Como viene siendo habitual en los últimos años, al prelado de Osma-Soria, Monseñor Abilio Martínez Varea, se han sumado el arzobispo emérito de Zaragoza, el agredeño Vicente Jiménez Zamora; el obispo de Mbaïki en la República Centroafricana y ligado a La Olmeda, el comboniano Jesús Ruiz Molina; el abad del Monasterio de Silos que sigue una tradición de hermandad con la Diócesis, Lorenzo Maté y el abad del Monasterio Cisterciense de Santa María de Huerta, el padre Isidoro María Anguita. A la celebración también han asistido los vicarios de Osma-Soria y buena parte del clero diocesano. No ha faltado la familia del homenajeado y el recuerdo para sus padres ya fallecidos.

La fiesta ha comenzado con una procesión con la imagen del santo por las calles aledañas a la catedral y ha finalizado con la adoración a la reliquia ofrecida a los fieles por el presidente del cabildo catedralicio Jesús Lapeña. El orfeón Hilarión Eslava se ha ocupado de la parcela musical como acostumbra a hacer en las celebraciones catedralicias con David Igualador y Jesús Alonso al frente.

Durante la homilía, don Casimiro, ha relatado como eran muchos los recuerdos que le venían a la memoria y otros tantos sentimientos al corazón al celebrar sus bodas de oro sacerdotales en la misma catedral en la que se crio y recibió los sacramentos. Desde el altar del templo en el que fue monaguillo, ha relatado como San Pedro de Osma tuvo que empezar de cero al llegar a Diócesis y destacado como cada día da “gracias a Dios por su bondad conmigo”.  Don Casimiro no ha olvidado como sus padres sembraron en él la Fe, pero también la austeridad, la honradez y la laboriosidad.  El prelado ha agradecido a benefactores, compañeros, colaboradores, religiosos y religiosas la contribución a su vocación. Con especial afecto ha citado a San Juan Pablo II que le otorgó su primer nombramiento como obispo de su “querida y recordada Zamora”, al Papa Benedicto con quien coincidió en Alemania y le trasladó a su actual sede de Segorbe-Castellón, al reciente fallecido Papa Francisco y a León XIV.

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