25 años de la JMJ de Santiago de Compostela

En agosto se han cumplido los 25 años de la IV Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Santiago de Compostela en 1989. Muchos jóvenes de entonces (hoy con más de 40 años) tienen un recuerdo indeleble de lo que fue aquella noche en el Monte del Gozo con San Juan Pablo II. El Papa les habló con una gran franqueza, sin tapujos, para responder a la llamada de Cristo, a ser santos, tanto en el matrimonio como en la vida religiosa. Juan Pablo II pronunció un discurso vibrante a la luz de la noche ante muchos millares de jóvenes recostados para escuchar la Palabra de Dios a través del Sucesor de Pedro. Muchos de aquellos jóvenes recuerdan hoy que se sintieron y se sienten «tocados» por la penetrante llamada del Papa a su corazón a entregarse a una vida cristiana sin medias tintas, con plenitud, una entrega «a una vida cristiana total. ¡Responded a la llamada de Jesucristo y seguidle. Era el 19 de agosto de 1989.

El famoso discurso en el Monte del Gozo de San Juan Pablo II fue una llamada a que los jóvenes siguieran «sin miedo» a Cristo, tanto en el matrimonio como en la vida religiosa y sacerdotal. El Papa eligió para este discurso el lema de la IV JMJ: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6). Afirmó, ante los jóvenes procedentes de decenas de países del mundo, que habían venido «para redescubrir aquí en Santiago las raíces de nuestra fe, para comprometeros, con corazón generoso, a la nueva evangelización en el umbral del tercer milenio».

Ángel Hernández Ayllón, Vicario episcopal de pastoral, fue uno de los jóvenes de la Diócesis de Osma-Soria que se sintieron «golpeados» en el corazón por aquellas memorables palabras de Juan Pablo II:«¿Qué buscáis peregrinos? ¿Buscáis a Dios? […] ¿Dónde está la Verdad? ¿Qué es la Verdad? Buscad la Verdad y proclamadla […] ¡Amad la Verdad! ¡Vivid la Verdad! ¡Llevad la Verdad al mundo! ¡Sed testigos de la Verdad! Seamos coherentes y busquemos la verdad sobre Cristo, sobre su Iglesia […] Sólo quien sabe amar hasta olvidarse de sí mismo para darse al hermano realiza plenamente la propia vida».

Testimonio

La JMJ de 1989 en Santiago de Compostela es uno de mis mejores recuerdos; fue un auténtico encuentro de fe en el que hice amigos que han durado toda la vida. Este año ya nos juntamos para dar gracias a Dios por la amistad que nos regaló, un verdadero tesoro.

Junto a las relaciones de amistad que hice, me impresionó mucho la experiencia de Iglesia, sentirla como una habitación con las puertas abiertas; durante el camino eran muchos los peregrinos con los que convivíamos diariamente pero la llegada a Santiago fue una experiencia inolvidable: fue descubrir que la Iglesia es una gran familia y que todos somos peregrinos.

Después de 25 años y 21 como sacerdote creo que aquel momento encarnó lo que después he vivido en mi ministerio: gente cansada del camino, con heridas, un poco o muy sucios… pero con la alegría de llegar a la meta y en medio de todo una «gran multitud» con nuestra particular mochila, cada uno la suya, pero sintiendo el apoyo y el ánimo de quién camina a tu lado.

Otro elemento que destaco fue que D. Braulio, nuestro Obispo, caminó junto a nosotros; fue muy interesante contar con su presencia, con su vitalidad… Un momento muy emotivo fue la llegada a Santiago y descubrir el lío que monta Jesus a través, en aquel momento, del Papa San Juan Pablo II. El Monte del gozo representaba la profecía de un pueblo joven que queríamos ser desafiados por la palabra viva y actual del Evangelio. Fue descubrir a Jesús Camino, Verdad y Vida. Fue un viaje que no cambiaría por nada. Las condiciones en las que nos movíamos y los recursos que teníamos nada tienen que ver con los actuales; dificultades muchas, medios muy pobres, la ilusión toda. Cristo sigue siendo actual, Él está vivo y sigue siendo el Camino que nos conduce a la Meta, a la Felicidad.

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