1 de enero: Jornada mundial de la paz

«Hagamos de la no violencia activa nuestro estilo de vida». Es la petición que el Papa hace a creyentes y no creyentes para el año 2017. El llamamiento lo ha hecho Francisco en el mensaje para la Jornada mundial de la paz que se celebra el 1 de enero. Una Jornada instituida por el Papa Pablo VI y que cumple 50 años. En su mensaje -firmado el pasado 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción-, Francisco reflexiona sobre «la no violencia como un estilo de política para la paz» y reclama que esta «no violencia» guíe tanto las relaciones como las acciones personales y políticas.

El texto tiene una parte de denuncia hacia la situación mundial actual: «Hoy lamentablemente estamos ante una terrible guerra mundial por partes» y «no es fácil saber si el mundo actualmente es más o menos violento de lo que fue en el pasado» (guerras, terrorismo, criminalidad, abusos contra los emigrantes, devastación del medio ambiente, etc.). Esta violencia «no es la solución para nuestro fragmentado»; «en el mejor de los casos» conduce a «la emigración forzada y a un enorme sufrimiento», y «en el peor» lleva a «la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos».

¿Dónde encontrar una Buena Noticia? En Jesús. También Él vivió en tiempos de violencia, recuerda Francisco, y «predicó incansablemente el amor incondicional de Dios». «Ser hoy verdaderos discípulos de Jesús significa también aceptar su propuesta de la no violencia» y añade, citando a Benedicto XVI: «El amor a los enemigos constituye el núcleo de la «revolución cristiana»». El Papa pone como ejemplo de la no violencia a Madre Teresa de Calcuta, canonizada el pasado septiembre, y a otras figuras como Mahatma Gandhi y Khan Abdul Ghaffar Khan en la India, Martin Luther King Jr. contra la discriminación racial, o Leymah Gbowee y «miles de mujeres liberianas», así como la contribución de las comunidades cristianas en la caída de los regímenes comunistas en Europa, o la influencia del ministerio y el magisterio de San Juan Pablo II.

Refiriéndose, precisamente, al papel de las religiones en los conflictos mundiales, Francisco recupera frases de otros discursos recientes suyos, como el que pronunció en noviembre en el Encuentro mundial de los movimientos populares, cuando dijo que «ninguna religión es terrorista»; o en el encuentro interreligioso en Bakú, durante su viaje de octubre a Georgia y Azerbaiyán, cuando pidió que el nombre de Dios no sea «profanado ni mercantilizado por los odios y los conflictos humanos»; o el llamamiento en la Jornada de la paz en Asís en septiembre: «Nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa. Sólo la paz es santa, no la guerra».

De manera también muy concreta el Pontífice hace un llamamiento al desarme y a «la prohibición y abolición de las armas nucleares», y suplica que se detenga «la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños». «Las ocho bienaventuranzas trazan el perfil de la persona que podemos definir bienaventurada, buena y auténtica. Bienaventurados los mansos -dice Jesús-, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia», escribe Francisco. Estas mismas bienaventuranzas las propone el Papa como «un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo […]. Trabajar de este modo significa elegir la solidaridad como estilo para realizar la historia y construir la amistad social. La no violencia activa es una manera de mostrar verdaderamente cómo, de verdad, la unidad es más importante y fecunda que el conflicto».

El compromiso de la Iglesia Católica en esta tarea se traduce en el nuevo Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral, cuya labor se iniciará el 1 de enero de 2017, focalizado en los emigrantes, necesitados, enfermos, excluidos, marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, entre otros. «Todos deseamos la paz» y «todos podemos ser artesanos de la paz», concluye el mensaje.

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